jueves, 14 de agosto de 2008

Llámalo sueño

Una oscura mañana de diciembre. Afuera, en la ventana, el trigesimonoveno día: el viento y la lluvia castigaban duramente los cristales. Aquí… (Suspiro)… Ya lo puede explicar mil veces, que nunca llegaré a comprenderla. Hagas lo que hagas, siempre dará el mismo error. Profesora, ¡me rindo! Pero nada, ella sigue ensimismada desangrando aquel rotulador en la pizarra.


En la clase los cuatro de siempre: el cerebrín, el dormilón, las presumidas, el que pasa de todo,… y tu. Sentada con tu compañera, poniendo cara de no saber de qué va la vaina, tomas nota de todas y cada una de las palabras que la profesora va amontonando en aquel crucigrama. Mire por donde lo mire, ¿Cómo consigue encontrarse entre tantas palabras? De pronto, un mensaje en la pantalla de mi ordenador me rescata de aquella monotonía: “¿Me sigues?”. Te levantas y te vas. Sin pensarlo dos veces, me incorporo y te sigo. La puerta se cierra tras de mí y te pierdo de vista. Apresuro para seguirte, pero tras la esquina unas manos me asaltan y conducen mi cara hacia unos labios, los tuyos. Allí estamos: tú y yo solos, besándonos, rompiendo todos los esquemas de la cordialidad. Ambos tenemos que guardar las distancias, pero… ¿por quiénes? A kilómetros de distancia, donde ahora mismo nos resultan meros desconocidos después de todo lo ocurrido. Sólo sabemos de nosotros, que estamos ahí. Sólo los dos sabemos todo lo que hemos sufrido. Sólo nosotros sabemos todo el tiempo que nos ha llevado llegar a este beso, cuantas risas, cuantas miradas y roces nos ha costado sincerarnos. Pero una gran duda me aborda, un gran temor asalta mi corazón: ¿qué estamos haciendo? ¿Es correcto? Pero, ¿qué es lo correcto en este mundo de locos? ¿Afirmar que dos personas que se quieren no pueden besarse solo porque el mundo no lo ve correcto? ¿Condenar a dos almas que se entienden solo porque el mundo no quiere entenderlo? ¿Y qué entiende el mundo por correcto? ¿Acaso negar un sentimiento evidente no es una hipocresía? ¿Decir lo que el mundo desea que digas y no sientes en absoluto, no es doblegarse ante una estúpida dictadura moral? Para mí solo existe una ley: la que dicta mi propio corazón. Y no voy a negar, ni ante ti ni ante nadie, que aquel beso no lo esperaba… lo deseaba con cada aliento que expiraba. Bien sé que no es aceptable. Hemos violado lo que juramos defender con nuestras vidas: la confianza; pero “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Yo no soy quien de hacerlo, ni tan siquiera de atreverme a cogerla. Y como yo, nadie estaría en derecho de recriminarnos que esto está mal. Es muy fácil criticar, más fácil que enfrentarse a la cruda realidad. Dos seres que se necesitan y no les importa quién se ponga delante, han encontrado el uno en el otro aquel bastón que anhelaban. ¡Pero siempre ellos! El mundo. Tiñendo de maldad y pecado aquello que sus mentes no admiten ver, que este beso no es más que eso, un simple e inocente beso. Nuestra manera de suplicarnos a gritos el que nunca nos olvidemos que nos tenemos ahí y que por nada del mundo, nada nos hará cambiar. Abrázame, cógeme fuerte. Echa abajo todo lo que he llegado a ser si hace falta. Necesito empezar de nuevo. Solo tú puedes darme esas alas de las fui privado hace ya mucho tiempo. Solo quiero decirte una cosa más. Yo… yo… “¿ALGUNA IDEA?”. De un golpe de voz la profesora pone orden en clase y me devuelve frente a aquella sopa de letras. ¿¿Me… me he dormido en clase y lo soñaría?? ¿O, simplemente, mi alocada imaginación? Miro la pantalla, solo el ejercicio. Te busco con la mirada. Estás en tu sitio, tomando notas. De pronto te giras y me sonríes. Una sonrisa, como aquella que condenó Troya, me pide consejo. “¡Claro! Mira, esto tiene que ir aquí y…”

Una oscura mañana de diciembre. Afuera, en la ventana, el trigesimonoveno día: ¡llueve como nunca! Aquí… (Suspiro)… ¿mmm? ¿Qué es esto? ¿Un mensaje?

~By PhoeniX~

Dedicado a mi niña! TQ cada día más!! n_n

jueves, 10 de abril de 2008

Lágrimas del corazón


Dicen que delgada es la línea que separa el amor del odio, pero no nos damos cuenta de cuan delgada es hasta que nos vemos frente a ella. Yo la he visto, la he recorrido infinidad de veces y, por suerte o por desgracia, la he cruzado. Y he descubierto sentimientos que jamás hubiese imaginado que nacerían en mi hacia ella, sobre todo cuando hasta no hace mucho nos jurábamos amor eterno. Intenté volver atrás, convencerme de que jamás la he atravesado, pero cuando te giras para volver, contemplas que ese horizonte se encuentra demasiado lejos.

¡Que frágiles son las palabras! No nos damos cuenta de ello, o no nos queremos dar. Porque nunca imaginarias que una cosa así se pueda acabar por una tontería, pero cuando menos te lo esperas, lo hace; y sacude los cimientos de tu vida hasta límites insospechados. Hay quien lo acepta, se resigna y lo deja pasar. Pero hay quien no puede superarlo y se hunde en la desesperación, hasta tales profundidades que puede tener resultados nefastos.

Quien lo haya sufrido, me entiende: te ves sol@, desorientad@, un profundo agujero lucha por abrirse en tu pecho y un fuerte dolor te oprime por dentro, te quedas sin aire, por más que intentas respirar no lo consigues. Te dejas llevar por el pánico, se te nubla la vista y... la razón. Llegados a este punto solo piensas en librarte de ese dolor como sea, sacarlo de adentro por todos los medios. El silencio de la habitación solo es roto por el sonido de tu atropellada respiración, estás sol@, nadie a tu alrededor, una brillante y bien afilada llave para abrir la puerta a la tranquilidad que tanto anhelas, cierras los ojos para no ver y... de repente... de repente... los ves. Los ves a tu lado, a tu alrededor, apoyándote, dándote ánimos, siempre contigo: tus amigos, tu familia, todo aquello por lo que merece la pena aguantar ese sufrimiento, esas personas que nunca te dejarán de lado por muy mal que vayan las cosas. De pronto recuperas la vista, ves lo que has estado a punto de hacer y, aterrad@, lanzas aquel objeto del demonio lejos de ti contra la pared. Ves como estalla en mil pedazos y, de pronto, rompes a llorar. Las lágrimas resbalan por tu mejilla, un grito desgarrador se escapa por tu garganta y... ya no está. Se fue. Esa sensación de ahogo, ese... dolor que te impedía respirar, seguir de pie... se fue, ¡todo se fue! De pronto piensas en todo aquello que siempre te decían cuando eras pequeñ@: “Llorar no sirve de nada. ¡Llorar no soluciona las cosas!”. No las soluciona, cierto, pero alivia las penas mas profundas. Lágrimas del corazón, turbadores recuerdos que enturbiaban tu sentido y ahora se escapan corriendo por tu cara, hasta precipitarse al vacío para nunca volver, ya más.

Nunca temas a llorar, no tengas miedo jamás a derramar lágrimas. Y grita, grita!!! Espanta los miedos, ahuyenta el terror que te nubla el sentido y sobre todo, vive. Vive la vida como quieras, como te apetezca. Nunca dejes que nadie te dicte una pauta, nunca vivas la vida por nadie y, sobre todo, nunca levantes tus pilares basándote solo en embaucadoras palabras, porque si caes en ese error, cuando te falte ese apoyo, quizás... no llegues a verlos.